Criocirugía para la vida

El primer objetivo al tratar un cáncer es, lógicamente, curarlo, pero el segundo es conseguir que la curación se realice con el menor daño posible para el organismo y con menos efectos secundarios.

 

La crioterapia es un tratamiento que destruye células, tejidos vivos y, en consecuencia, correctamente manejada, destruye también tumores malignos.


Desde hace décadas se viene utilizando en medicina, permitiendo el desarrollo tecnológico, su implantación en el tratamiento del cáncer.

 

Al introducir unas agujas especiales (criosondas) dentro del tumor y ayudándonos de dos tipos de gases (el argón y el helio) para congelar y calentar, se consigue destruir el tejido tumoral.

 

Durante el tratamiento controlamos la congelación y muerte celular mediante una visualización directa vía laparoscopia o mediante técnicas de imagen: ecografía, TAC, etc.

 

El procedimiento es mínimamente invasivo, altamente eficaz, produce escasas complicaciones y, en ocasiones, puede hacerse sin anestesia, lo que hace que esté aún más indicado para las personas de mayor edad o aquéllas que presentan
cierto riesgo si se someten a intervenciones más agresivas.

 

Actualmente se utiliza en cánceres prostáticos y renales, siendo cada vez más usado en tumores óseos, hepáticos, pulmonares, etc.

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